¿Quién iba a decir que bastaría una palabra?
Normalmente es en la noche cuando más terror se siente, basta una oscuridad tenue, el silencio y un murmurar ¡hola!, para que la piel se erice y ya no puedas cerrar los ojos.
Sofía estaba sola y dormía plácidamente aquella noche, era alrededor de medianoche cuando de repente, un olor desagradable lleno la habitación, inevitablemente el hedor la despertó. Se sentó en la cama intentado espabilarse, no podía identificar de donde venía el olor así que se vio obligada a levantarse. Cuando puso el pie en el suelo, sintió pisar algo viscoso como si hubiese aplastado un gusano enorme, levantó el pie rápidamente y se tocó la planta, pero no tenía nada. Buscó con la mano hasta encontrar el interruptor y encendió la luz, en el suelo no había nada, pero el olor parecía aumentar, se levantó y fue hasta el comedor. A medida que se acercaba era peor, no podía respirar y su asco termino por darle fuertes arcadas, tanto que vomitó. En el comedor tampoco había nada, excepto el producto de sus nauseas, aparte no había allí nada fuera de lo ordinario, abrió las ventanas buscando ventilar su casa. Fue al baño en busca de un trapo para limpiar y no había notado lo frío que estaba hasta que vio el vapor de su propio aliento hacer figuras en el aire.
Limpió, miró debajo de los muebles, buscó detrás de los almohadones, pero no había nada, olio detenidamente las cortinas y roció desodorante. Todo parecía estar bien, el olor había cesado.
Volvió a acostarse, pasaron unos minutos y su cuerpo rendido ante el cansancio volvió a dormir, recuperar el sueño seria sencillo, no había ruidos el silencio era absoluto y de repente despertó
- ¡hola!
Era la voz de algo o alguien que murmuraba en el oído de Sofía, ella no se movió, sin embargo, su cuerpo delataba su terror, su piel reaccionó erizándose, su respiración prácticamente se detuvo, su corazón palpitaba lento pero parecía estallar con cada latido, atemorizada, apretando fuertemente la sabanas contra su cuerpo, permaneció tiesa esperando, atenta a su alrededor.
Entonces pudo sentir como alguien o algo tocaba sus pies, gritó y de un salto salió de la cama, no veía nada pero otra vez pudo sentir el suelo viscoso, pudo sentir otra vez una bocanada de putrefacción que la asfixiaba y pudo sentir el aire frío apoderarse de la habitación, salió corriendo y no paro hasta a abandonar la casa.
Sofía teme volver, pero teme más a quedarse sola y tiene razón.
Fin. Tal vez...
"Compártelo y comenta, mil y un gracias"
https://www.facebook.com/Mirson.Alejandro/
Mirson
Normalmente es en la noche cuando más terror se siente, basta una oscuridad tenue, el silencio y un murmurar ¡hola!, para que la piel se erice y ya no puedas cerrar los ojos.
Sofía estaba sola y dormía plácidamente aquella noche, era alrededor de medianoche cuando de repente, un olor desagradable lleno la habitación, inevitablemente el hedor la despertó. Se sentó en la cama intentado espabilarse, no podía identificar de donde venía el olor así que se vio obligada a levantarse. Cuando puso el pie en el suelo, sintió pisar algo viscoso como si hubiese aplastado un gusano enorme, levantó el pie rápidamente y se tocó la planta, pero no tenía nada. Buscó con la mano hasta encontrar el interruptor y encendió la luz, en el suelo no había nada, pero el olor parecía aumentar, se levantó y fue hasta el comedor. A medida que se acercaba era peor, no podía respirar y su asco termino por darle fuertes arcadas, tanto que vomitó. En el comedor tampoco había nada, excepto el producto de sus nauseas, aparte no había allí nada fuera de lo ordinario, abrió las ventanas buscando ventilar su casa. Fue al baño en busca de un trapo para limpiar y no había notado lo frío que estaba hasta que vio el vapor de su propio aliento hacer figuras en el aire.
Limpió, miró debajo de los muebles, buscó detrás de los almohadones, pero no había nada, olio detenidamente las cortinas y roció desodorante. Todo parecía estar bien, el olor había cesado.
Volvió a acostarse, pasaron unos minutos y su cuerpo rendido ante el cansancio volvió a dormir, recuperar el sueño seria sencillo, no había ruidos el silencio era absoluto y de repente despertó
- ¡hola!
Era la voz de algo o alguien que murmuraba en el oído de Sofía, ella no se movió, sin embargo, su cuerpo delataba su terror, su piel reaccionó erizándose, su respiración prácticamente se detuvo, su corazón palpitaba lento pero parecía estallar con cada latido, atemorizada, apretando fuertemente la sabanas contra su cuerpo, permaneció tiesa esperando, atenta a su alrededor.
Entonces pudo sentir como alguien o algo tocaba sus pies, gritó y de un salto salió de la cama, no veía nada pero otra vez pudo sentir el suelo viscoso, pudo sentir otra vez una bocanada de putrefacción que la asfixiaba y pudo sentir el aire frío apoderarse de la habitación, salió corriendo y no paro hasta a abandonar la casa.
Sofía teme volver, pero teme más a quedarse sola y tiene razón.
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