Rojo

Imagínate la nieve cayendo, el suelo blanco y más allá una niña flaca, pequeña, de tres años quizá. Sobre la nieve un ave negra mancha de sangre el sereno paisaje, la niña se acerca al cuervo que parecía estar muerto, la pequeña siente compasión por el ave y pretende ayudarlo, lo toca suavemente para luego levantarlo. El cuervo con sus ojos rojos color sangre, en un último esfuerzo, instintivamente ataca a la pequeña mordiendo su mano y arrancándole un pedazo de carne. La niña suelta al ave que cae y muere, la pequeña ensangrentada comienza a llorar y aplasta pisoteando al cuervo ya muerto. Luego solo el rojo inunda el paisaje.

Como la mayoría de las historias, esta empezó con un evento que pareció ser casual.
Producto de la falta de educación o amor, hay personas que adoptan mascotas y luego las abandonan. Peor hay quienes tienen perros y los dejan sueltos, los perros por instinto se adueñan de las calles y ladran y muerden a cualquiera que se digne a caminar por sus veredas.
En esta ciudad es común ver jaurías de perros sueltos en las calles, hambrientos, rompiendo las bolsas de basura, manadas en celo atacándose y devorándose entre ellos.
Un día, Jacinto un viejo que tenía la mala costumbre de alimentar a estos animales, salió a dejarles una ración de leche y pan a los perros que estaban en la esquina, fue entonces cuando noto algo extraño en uno de ellos, ese animal tenía sus ojos rojos como inyectados de sangre. El viejo no hizo nada fuera de lo normal como para inquietar a los perros, sin embargo, después que el primero lo ataco, el resto imito la acción y en medio de gritos de dolor y gruñidos, el viejo murió devorado, nadie, absolutamente nadie salio a ayudarlo.

Carla está sola en casa, la acompaña su gato, gordo, apático y enorme para su edad. Ella hornea unos scones (pancitos dulces) mientras escucha música y canta. El gato decide beber agua y se queja como si algo le doliera, Carla apaga la música, se acerca para poder ver que tiene el gato que ahora se oculta detrás de la cocina, ella sigue escuchándolo quejarse y va hacia él. En ese momento el animal deja ver sus ojos rojos, el gato no puede evitarlo y la ataca, clava sus dientes en una pierna, Carla queda estupefacta, toma lo primero que encuentra y golpea al animal con todas sus fuerzas. El gato herido, se levanta e intenta atacarla nuevamente. Carla huye hacia el comedor, cierra la puerta tras de sí y se recuesta contra ella dejándolo encerrado, el animal enloquecido rasguña la puerta, Carla llora y sangra.
Se levanta ensimismada, no lo nota, pero en su mano aún conserva la sartén con la que golpeo al gato, camina hacia el baño y ya no escucha los rasguños, toma un poco de agua de la canilla y se calma, se mira al espejo, sus rasgos demacrados por la tristeza, su rostro pálido y de repente sus ojos rojos, color sangre...


Fin.

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