La hora

Mira el segundero, no se levanta pues aún faltan diez minutos. El momento llega, se viste, desayuna y se va al trabajo.

Como siempre es puntual, observa el gran reloj en la sala principal y marca tarjeta. 13:30 hora de comer, 14:30 fin del descanso, 15:30 tiene que ir al baño, 18:30 hora de salida, 19:00 está en casa.
20:01 sentado frente al televisor, siente un fuerte dolor en el pecho, 20:32 muere de un ataque cardíaco.

No hay cielo, no hay reencarnación, su tiempo se terminó. -


Fin...

La vie en rose

Cuenta la leyenda que al principio no existían las rosas. Había eso sí, flores, margaritas, claveles amarillos, pero rosas, no. No había flores rojas y mucho menos espinas.

En esta historia había dos enamorados, Roco y Salvia, Roco amaba a su mujer, ella era la luz de sus días, su sol, su alegría. Ella también le era devota, cual bello girasol, donde él iba allí sus pétalos dirigía.

Se amaban y juraron estar siempre juntos. Pero la realidad es cruel y donde el amor parece llenarlo todo al final la necesidad prevalece.

Nuestros enamorados se casaron, y juntos vivieron su idilio de verano, se fueron a vivir a una bella casita de montaña. En aquel lugar, el suelo estaba cubierto de verdes prados. El cielo se teñía de celeste y blanco, en el río manaba la vida, lleno de peces que jugaban contra la corriente. El horizonte se cubría de bellos árboles, en aquel lugar nada les faltaba, comida, diversión, todo abundaba en aquella estación.

Pero un día llegó el invierno y el verde suelo se cubrió de blanco, el cielo celeste quedó gris. De repente, ya no había río, en su lugar hielo y más hielo, de pronto, no hubo más abundancia. Solo frío, por donde quiera que mirasen, por donde fuera que buscasen solo encontraban nieve y más nieve. Ella le dijo para tranquilizarlo “el invierno pasara”, él dijo “quizá sea tarde”, ella dijo “¡quédate!”, él dijo “Volveré y te traeré toda la abundancia que te prometí”. Luego cerró la puerta tras de sí.

Se perdió en medio de una blanca tormenta, ella lo miró desvanecerse, desconsolada. Luego lloró tristemente, sola, en su casita de montaña.

Esperó y esperó.

Él cruzó valles y ríos, mares y montañas, enfrento desiertos y tormentas, todo por ella, todo por su amada. Y finalmente volvió, porque no podía estar lejos, porque la extrañaba, con la mitad de lo prometido quizá, pero con eso alcanzaba.

Pero llegó tarde, el invierno estaba por terminar y al llegar vio la puerta de su casa abierta de par en par, entró corriendo asustado, previendo la desgracia, buscó, gritó su nombre y nadie respondió. Su casa estaba vacía, miró en la mesa una carta “He ido por ti”, solo eso decía.

Ella no soportó la espera y fue a buscar a su amado, pero no llegó lejos.

Él la encontró a unos kilómetros de su hogar, congelada, muerta. Su frágil cuerpo no resistió el inclemente invierno, él se sintió culpable, nunca debería haberla dejado y no pudo volver a dejarla, murió abrazándola.
Cuenta la leyenda que en ese lugar nacieron las primeras flores con espinas, los pétalos rojos son de ella y solo salen en primavera, las espinas son de él y protegen a la flor, para siempre...

Fin.


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El Mago

Nicolás estaba angustiado, las presentaciones delante de los niños eran cada vez más desastrosas, ya no se reían y exigían trucos cada vez más complicados, “vi cuando escondiste la moneda” “sé que todas las cartas son iguales” “tienes la pelotita debajo del brazo”, le gritaban al unísono. Él es un payaso mago, lo primero no funcionaba porque nadie se reía de sus chistes y lo segundo tampoco, porque es muy difícil hacer trucos de magia delante del público y cuando ellos están tan cerca pueden ver todas sus artimañas, ya sea, para esconder los objetos o para hacer ilusiones, algo diferente tenía que hacer.

Fue a visitar a los grandes magos, aprendió algunos trucos más difíciles, visito a los mejores humoristas y le enseñaron algunos chistes muy buenos como por ejemplo:

- Por qué cruzó la calle la gallina.
- ¿Por qué?
- Porque del otro lado está el amor de su vida.

Claro que no funcionó muy bien, los niños no se reían y los padres dejaron de llamarlo para los cumpleaños. Sin trabajo y en la calle, comenzó a hacer malabares, pero no era lo suyo, eso sí, la gente se reía cada vez que una lata se le caía en la cabeza.

La suerte le cambio un día, estaba mirando a las palomas y de golpe, se dio cuenta que nunca había visto un polluelo, de hecho, miró a todas y se veían del mismo porte y además todas gorditas, como si tuviesen cantidades ilimitadas de comida, aun cuando a su alrededor nadie las alimentara. Entonces, mientras sostenía las manos juntas como si rezase a un dios inexistente, soplo entre ellas como quien sopla por cansancio y al separar las manos una hermosa ave salió volando, no era una paloma, pero era un pájaro al fin.

A veces da presentaciones en la plaza, cuenta chistes y hace aparecer las cosas más increíbles con solo soplar en sus manos, otras veces va al mar y hace aparecer peces, últimamente va al bosque porque según él hay pocos árboles.

Dicen que a veces está en el circo, juega a hacer malabares y deja que se le caigan las latas en la cabeza, porque también cree que hacen falta más sonrisas.


Fin, tal vez...
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Los ojos blancos

La vieja nunca estuvo ciega, ahora lo comprendo.

Cuando llegue a esa casa el viejo me advirtió que su esposa era cascarrabias, que no le hiciera caso, que su malhumor seguramente tenía que ver con su ceguera repentina.

Tome el hospedaje porque era barato y por sobre todo porque quedaba a dos cuadras de la facultad en la que estudiaba, la primera semana no vi a la anciana, instale mis cosas, colgué unos cuadros invite a unos amigos y la semana término.

Mi casa habitación quedaba al fondo de un largo pasillo, tres puertas habían antes de la mía, la de los dueños, la de Cintia y la de Andrés, en el frente un enorme paredón de cemento.

Un día iba llegando a la casa con un compañero, cuando por primera vez la vi y ella me “vio”, su reacción fue de espanto, gritó, tropezó y cayó, con Octavio pensamos que estaba loca, sin embargo, cuando notamos sus ojos blancos los dos enmudecimos, Octavio corrió a ayudarla, pero el viejo se interpuso, sin mediar palabra levanto a la vieja y la hizo entrar en la casa. La cosa paso, pero Octavio no quiso visitarme más.

Por costumbre me quedaba estudiando hasta tarde, me costaba mucho concentrarme en el día y siempre he preferido la tranquilidad de la noche. Esa noche me preparaba para un examen, algo me perturbaba, no había escuchado sonidos, pero una sensación extraña me molestaba, mire por la ventana y solo el paredón adornaba el paisaje, no contento con ello abrí la puerta y al hacerlo se me helo la sangre; Frente a mi puerta a no más de tres pasos, estaba la vieja, podría jurar que solo se veían sus ojos blancos y el resplandor del enorme cuchillo que llevaba en la mano derecha, el resto de su cuerpo era negro, una sombra. Con sorprendente agilidad se abalanzó sobre mí, tanto que no alcance a cerrar la puerta, intentó acuchillarme y la golpee tan fuerte que creí verla elevarse no menos de dos metros. Se levantó y me atacó de nuevo, tome un pesado libro que tenía en la mesita y le aseste un golpe en la cabeza y la vieja cayó desangrándose.
Los vecinos salieron de sus casas por el ruido, llegaron a mi puerta abierta de par en par y el escenario los estremeció, Cintia gritaba, Andrés vomitó, pero el viejo, el viejo no hizo más que llamar a la policía y pedirme disculpas con una increíble tranquilidad. No tuve problemas con la policía, excepto por la agresividad con la que me había defendido según ellos, yo solo le di dos golpes a la vieja, pero aparentemente el cráneo destrozado y la totalidad de sus órganos internos molidos indicaban otra cosa, algo imposible. Mis vecinos fueron testigos de que los ruidos no duraron más de un minuto, por lo cual, me creyeron.

Me fui del hospedaje y ya ha pasado un mes desde aquel acontecimiento, algo pasó, a los pocos días de haberme ido una extraña enfermedad afecto mis ojos. Al principio sentí miedo, fui al doctor y no hay explicación para lo que me sucedió. Luego comencé a ver cosas que la gente normal no ve.

Entonces comprendí.

Al quitarle la vida a la vieja, también le quite sus poderes, los ojos blancos perciben la verdadera esencia de los seres.

Ahora me pregunto si ¿aquella mujer sería un ángel o seria como yo?, un demonio.


Fin. Tal vez...
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