La mente

Despertó temprano, miró el sol asomarse a lo lejos, abrió la puerta del balcón y respiro profundamente. El aire limpio recorrió sus venas y lleno de energía su alma para el resto del día. Hizo una serie de ejercicios, desde allí, miró a su cama y en ella aun dormía la mujer más bella. No quiso despertarla, bajo lentamente las escaleras; se bañó. Vistió su ropa preferida y fue a la cocina a calentar agua. Miró por la ventana el verde prado que crecía tranquilamente en rededor de su casa, más allá un vallado que lo separa de un tranquilo rio. Fue a la habitación de sus niñas y escuchó susurros, sonrió, ellas despertaron hace tiempo ya y crean historias imaginarias, sueñan y ríen.

Su mujer despertó, pronto todos desayunan juntos, hablan del tiempo, del espacio y de la nada. Cuando hubieron terminado una de las niñas va a jugar con una amiga, la otra se apega a su madre que está por salir, ambas se van. Era temprano y estaba solo, subió las escaleras, busco una vieja caja y saco un cuaderno, leyó lo que había escrito hace mucho tiempo atrás. Se sentó y continúo escribiendo, pensó en la historia de una persona sin límites, luego releyó y noto que su personaje después de todo era bastante común e incluso ordinario y parecido al resto, solo una diferencia lo apartaba de la humanidad, él sabía que era parte de un cuento.



Fin. Tal vez...


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