Gaviota

Su padre volvió apurado aquel día, Javiera armaba un proyecto para el colegio y no dudo dos veces en olvidarlo cuando vio al pequeño pájaro entre las manos de su papá, tenía un ala rota y el rojo sangre manchaba su blanco plumaje.
-         ¿Qué pasó papá? -pregunto la joven-
-         Un idiota la atropello, estoy seguro que la vio y no amago a detenerse, así que como yo estaba cerca de casa la traje a ver si podés salvarla
-         ¿yo?
-         A vos te gustan los animales ¿o no?
-         Sí, claro, pero ¿salvarla?

Y, sin embargo, Javiera salvó al ave, la llamó Gaviota, entablillo el ala, la limpio y con el tiempo sus plumas relucieron nuevamente, la alimento y un día volvió a volar. Parecía que el ave se iría que continuaría su peregrinación por el mundo, pero no fue así, se adaptó a la vida de Javiera y donde ella iba su ave parecía seguirla desde el aire.

Una tarde sucedió la catástrofe, la nieve había dejado un manto blanco en el suelo, la noche helada había convertido esa nieve en hielo, Javiera estaba por llegar a casa cuando de repente, al cruzar una esquina fue atropellada por un automóvil que no alcanzo a maniobrar.
Desde el aire Gaviota baja cual halcón velozmente para posarse al lado de Javiera que yace tendida, Javiera esboza una sonrisa y parece dejar este mundo, entonces Gaviota se para frente a ella y abre las alas. Se miraron a los ojos y sus almas dieron un salto, solo ellas lo supieron y poco después Gaviota murió.


Javiera alzo sus alas blancas y sondeo el aire con un nudo en la garganta, agradeció a su mascota, mejor dicho, su amiga, que le daba una segunda oportunidad...


Fin. Tal vez...
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Reencarnación

Un segundo antes de asesinar a su enemigo
un sinfín de imágenes cruzaron frente a él, estas fueron tanto o más reales que su vida misma.

De repente, la persona que estaba postrada frente a él no era más su antítesis, miró directo a los ojos de aquel hombre que desbordaba de cólera, impotente.
Dejó de apuntarle con el arma, el otro no hubiese vacilado, sin embargo, él había comprendido, pidió perdón y se suicidó.

Entendió que esta era la única forma de cerrar un círculo de asesinatos que había comenzado miles años antes, el día en que su hermano lo mataba, el día en que él era Hével y el otro Qáyin.


Fin.

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57

Ella que todo me ha dado
que ha sido en su vida
más mía que de ella.

Ella que no entiende mi locura
y piensa que la olvido.
Ella que todo lo llena y calma
sensual, frágil y hermosa.

Ella que vaga en mis pensamientos
igual que la muerte y el tiempo,
que las sombras y el silencio
ella no imagina cuanto la quiero.

Ella que ha visto de mi lo peor
que ha probado el fuego
y ha resistido el invierno,
ella, ella no imagina cuanto la deseo...


Fin. Tal vez...

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Pintura

Traza delicadas líneas sobre un papel y esboza el paisaje más bello jamás imaginado.

Elige cuidadosamente los colores, vierte sobre el pliego diversidad de tonos y la obra cobra vida propia. La contempla satisfecho, sonríe y se va.

Al día siguiente otra obra de arte brota de su imaginación. La guarda y se va.

Así, día tras día un sinfín de imágenes nacen, primero en su mente y se plasman luego en pinturas, en sus manos todas las formas son posibles.

Aquella mañana abre un viejo mueble, en el guarda no uno, cientos de pliegos de todos los tamaños y formas componen su arte. Algunos de ellos con más tiempo del que recordaba. Toma uno que data de veinte años atrás, se sorprende al ver cuánto ha progresado y, sin embargo, él quizá nunca sepa que aquella obra ya era insuperable, que nada tenía que envidiarles a aquellos a quienes admiraba.

Miró detenidamente algunas obras, sintió un profundo orgullo, las colocó en cajas, las sacó al patio de su casa y las quemó.

Comprendió como han comprendido muy pocos, lo efímero de nuestra existencia, lo inútil de nuestros actos, lo banal de nuestro orgullo.

Fin. Tal vez... 

Nota: Sin embargo, personalmente a mí me hubiese gustado gozar de tu arte, saber que pese a la rutina que nos abruma tu continuas, que pese a todo tu magia aún brilla...

Dedicado a ti mi buen amigo...

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El problema

Esta historia me la contó una vieja a la que ofrecí ayuda, recuerdo haber ido caminando por la pasaje Gutiérrez en pleno invierno, esta calle es una larga pendiente con una hermosa vista de la ciudad, pero de noche, con nieve y de subida es una verdadera travesia. Miré a mi costado y vi a esta mujer con dos pesadas bolsas, como íbamos en la misma dirección, me ofrecí a llevarle las bolsas, primero me miró con desconfianza, pero luego me entrego las bolsas sin peros y juntos emprendimos la larga caminata cuesta arriba.

Me contó, que en una de las montañas de Bariloche habitaba un extraño ser. Dijo que vivía en una caverna de hielo y que el frío y el silencio son los únicos que se atreven a hacerle compañía. “La dama de hielo”, así la bautizo la última mujer que la vio, los hombres que la acompañaban no sobrevivieron. La dama tenía la piel pálida y sus labios eran azules producto del frío que la rodeaba; Esa mujer, por supuesto, no nació allí, había llegado por su propia voluntad.

Dicen que todo hombre que la ve, cae inmediatamente en desgracia, la maldición cae como un rayo y sus ojos se vuelven incapaces de reconocer otras mujeres, las demás solo son bultos, masas deformes e inconsistentes. Dejan de percibir aromas, excepto la fragancia de la “dama de hielo” que lleva impregnado un exquisito olor a channel, cualquier otro olor al hombre le sabrá putrefacto.

Antes de convertirse en la “dama de hielo”, esta chica era una joven dichosa, con semejante atractivo no había hombre al que no dominase, ni mujer que no la odiase, pero este no era el problema.

El problema comenzó el día en que ella se enamoró.

Seguramente el hombre afortunado ha de haber sido todo un galán. Era todo lo que ella deseaba, porque de un día para otro lo dejó todo, todo por él. Se casaron y eran la pareja más feliz que haya pisado estas calles. Pero hubo algunos que no entendieron ese amor y uno de ellos era un enamorado que había sido abandonado, preso de los celos y la pasión, sin pensarlo, mato al esposo de la “dama de hielo” y como acto final se suicidó.
Ella no pudo creerlo, no pudo concebir la pérdida del único hombre al que realmente había amado, pero sobretodo, no pudo entender la locura, los celos, la pasión producto de qué, de su ¿belleza?; No entendió y tras el funeral desapareció de la ciudad y se perdió en la montaña.

Cuentan que algo extraño sucedió allí, la montaña la protegía, había viento y tormenta en días calmos, los arboles no estaban en el mismo lugar tras recorrer un sendero, era como si la montaña la escondiese de los hombres que en vano buscaban su belleza, inconscientes de la maldición que la rodeaba.

Pero la historia no terminó aquí, la vieja me contó que de joven ella formo parte de una expedición a la montaña, en este grupo había seis hombres y una mujer, ella. Esta expedición nada tenía que ver con “la dama de hielo”, de hecho, ella cree que “la dama de hielo” no se hubiese acercado si no hubiese estado ella allí. Dijo que se había separado del grupo cuando la vio y quedó paralizada, una mujer, prácticamente desnuda a esas alturas, pálida y con el cabello negro y largo cubriendo su espalda, algo quiso decirle, pero ya era tarde, los hombres la habían visto y en cuestión de segundos, unos se abalanzaban sobre los otros hasta que al final, se mataron unos a otros presos de locura y deseo...

La vieja no quiso continuar la historia pese a mi insistencia, habíamos llegado a la Cumbre, insistí, y según ella en medio de la masacre “la dama de hielo” volvió a desaparecer.


Nos despedimos y una mueca de la anciana me hizo pensar, yo no creo que la dama de hielo se haya escapado, yo creo que la vieja la mato, por celos...

Fin, tal vez...

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Osito

Érase una vez un osito pequeñito y juguetón que vivía haciendo travesuras y riendo por monton,  disfrutaba haciendo de las suyas y ni un reto lo hacia cambiar de opinión.

Un día asusto a mamá osa saltando desde lo más alto de un árbol, de no ser por mamá osa que recibió todo el peso de osito, posiblemente no habría cuento y osito no hubiese salido ileso.

Otro día osito hizo comer a su hermano una picante crema de ají haciéndole creer que era salsa de tomate, su hermano se enojó tanto que juro no creerle nunca más.

Y así se lo pasaba osito, de travesura en travesura y de juego en juego.

Papá oso evitaba castigarlo y lo retaba solo cuando creia que la broma ha sido demasiado pesada. Sin embargo, debería haberlo retado más, porque un día, papá oso y osito fueron al bosque en busca de algo rico para comer, papá oso advirtió a osito que no se separara de su lado, puesto que el bosque era muy grande y podría perderse.
Pero osito no hizo caso, le parecía una buena idea esconderse de papá oso y después aparecerse de golpe. Cruzó el río, mientras papá oso se distrajo persiguiendo una presa, buscó un buen lugar y se escondió.

Papá oso que tenía el pelaje marrón, se puso blanco del susto al mirar hacia atrás y no ver a osito, empezó a olfatear hacia todas partes hasta que dio con el rastro de su hijo, salió corriendo tras la huella y llegó hasta el río. El agua no era profunda, pero osito podría haber sido llevado por la corriente, papá oso se imaginó lo peor y empezó a correr corriente abajo; con el tiempo él también se perdió.


Todavía papá Oso vaga buscando a Osito, es incapaz de volver a su casa solo sin su hijo. Osito por su parte da vueltas en un enorme circulo, ha aprendido la lección a duras penas, solo el destino sabe si algún día se encontraran…

Fin. Tal vez... 

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