El problema

Esta historia me la contó una vieja a la que ofrecí ayuda, recuerdo haber ido caminando por la pasaje Gutiérrez en pleno invierno, esta calle es una larga pendiente con una hermosa vista de la ciudad, pero de noche, con nieve y de subida es una verdadera travesia. Miré a mi costado y vi a esta mujer con dos pesadas bolsas, como íbamos en la misma dirección, me ofrecí a llevarle las bolsas, primero me miró con desconfianza, pero luego me entrego las bolsas sin peros y juntos emprendimos la larga caminata cuesta arriba.

Me contó, que en una de las montañas de Bariloche habitaba un extraño ser. Dijo que vivía en una caverna de hielo y que el frío y el silencio son los únicos que se atreven a hacerle compañía. “La dama de hielo”, así la bautizo la última mujer que la vio, los hombres que la acompañaban no sobrevivieron. La dama tenía la piel pálida y sus labios eran azules producto del frío que la rodeaba; Esa mujer, por supuesto, no nació allí, había llegado por su propia voluntad.

Dicen que todo hombre que la ve, cae inmediatamente en desgracia, la maldición cae como un rayo y sus ojos se vuelven incapaces de reconocer otras mujeres, las demás solo son bultos, masas deformes e inconsistentes. Dejan de percibir aromas, excepto la fragancia de la “dama de hielo” que lleva impregnado un exquisito olor a channel, cualquier otro olor al hombre le sabrá putrefacto.

Antes de convertirse en la “dama de hielo”, esta chica era una joven dichosa, con semejante atractivo no había hombre al que no dominase, ni mujer que no la odiase, pero este no era el problema.

El problema comenzó el día en que ella se enamoró.

Seguramente el hombre afortunado ha de haber sido todo un galán. Era todo lo que ella deseaba, porque de un día para otro lo dejó todo, todo por él. Se casaron y eran la pareja más feliz que haya pisado estas calles. Pero hubo algunos que no entendieron ese amor y uno de ellos era un enamorado que había sido abandonado, preso de los celos y la pasión, sin pensarlo, mato al esposo de la “dama de hielo” y como acto final se suicidó.
Ella no pudo creerlo, no pudo concebir la pérdida del único hombre al que realmente había amado, pero sobretodo, no pudo entender la locura, los celos, la pasión producto de qué, de su ¿belleza?; No entendió y tras el funeral desapareció de la ciudad y se perdió en la montaña.

Cuentan que algo extraño sucedió allí, la montaña la protegía, había viento y tormenta en días calmos, los arboles no estaban en el mismo lugar tras recorrer un sendero, era como si la montaña la escondiese de los hombres que en vano buscaban su belleza, inconscientes de la maldición que la rodeaba.

Pero la historia no terminó aquí, la vieja me contó que de joven ella formo parte de una expedición a la montaña, en este grupo había seis hombres y una mujer, ella. Esta expedición nada tenía que ver con “la dama de hielo”, de hecho, ella cree que “la dama de hielo” no se hubiese acercado si no hubiese estado ella allí. Dijo que se había separado del grupo cuando la vio y quedó paralizada, una mujer, prácticamente desnuda a esas alturas, pálida y con el cabello negro y largo cubriendo su espalda, algo quiso decirle, pero ya era tarde, los hombres la habían visto y en cuestión de segundos, unos se abalanzaban sobre los otros hasta que al final, se mataron unos a otros presos de locura y deseo...

La vieja no quiso continuar la historia pese a mi insistencia, habíamos llegado a la Cumbre, insistí, y según ella en medio de la masacre “la dama de hielo” volvió a desaparecer.


Nos despedimos y una mueca de la anciana me hizo pensar, yo no creo que la dama de hielo se haya escapado, yo creo que la vieja la mato, por celos...

Fin, tal vez...

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