Ecos del pasado

Aquella noche no durmió bien, los sueños lo invadieron hasta el amanecer.

Cuando él despertó su cuerpo no era el mismo, el lugar que habitaba era irreconocible y, sin embargo, actuó tan naturalmente como el día anterior.

Las niñas y su mujer dormían, así que él se dispuso a comer algo, por supuesto, no muy lejos las hojas más cercanas eran un festín. No reparó, claro está, en el desorden que causaba. Ella despertó y no tardó en refunfuñar, miró a su esposo y este comprendió en un santiamén. Lento, no por pereza, más bien por lo pesado de su cuerpo, tomó con la boca la rama y la arrancó de cuajo. Ella hubiera sonreído, si es que esta expresión fuera posible en su escamosa piel, pero no era así…

Cuando ella despertó, ya no era un dinosaurio, su cuerpo dócil y liviano se movía con suma ligereza. Más allá, su marido preparaba el desayuno, se levantó y su pie dio de lleno con un enorme zapato, bastó una palabra para que él comprendiera…




Fin. Tal vez....
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