Visitando a un amigo

Cuando llegó le llamó la atención la sencillez del hogar de su amigo, a diferencia de lo que muchos imaginaban, un lugar revestido de opulencia haciendo gala de su poder, no, nada de eso había, su casa es de madera, eso sí, con grandes ventanales desde los cuales seguramente lo vio llegar.

Allí lo estaba esperando, afectuoso como siempre, lo abrazó y dijo “que alegría que hayas llegado”. Lo invitó a pasar y en su hogar cada habitación era infinita, llena de recuerdos, de lugares. Lo condujo hasta una de sus preferidas, allí tallaba en madera una singular forma.

- Siempre trabajando
- No, no puedes llamarle trabajo a hacer lo que te gusta
- Tienes razón, puedo preguntar ¿por qué me has traído a verte?
- Has llegado solo
- Es cierto, pero hasta donde sé nada sucede sino es tu voluntad.
- Sabes que no es así, si así fuera, seria tedioso, lo magnifico y terrible del universo son las pequeñas fluctuaciones.
- Sin embargo, aquí estoy, y no sé por qué, es que acaso no tengo propósito
- Ciertamente no individual, tu propósito como el de todos es alcanzar este lugar.
- ¿Conocer tu casa?

Dios sonrió, dejó de esculpir a un ser vivo y condujo a su amigo, el hombre, al séptimo cielo.


Fin. Tal vez...
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