Miguel está sentado en un pequeño restaurant, quisiera encender un cigarrillo pero frente suyo hay un cartel que dice “prohibido fumar”, ahora lo han prohibido en casi todos los locales que frecuenta, le parece excelente, después de todo no es bueno para el cuerpo. Mira por la ventana y espera. Pidió permiso en el trabajo, un martes; ayer recibió el llamado de un hermano, hermano político, pero hermano al fin, no podía faltar, ya casi no recordaba la última vez que lo vio.
Espera, como esperan todos, que los rencores hayan quedado en el pasado, la última vez que lo vio tuvo que echarlo, literalmente echarlo de su hogar. Ahora tanto tiempo después parece cómico que se encuentren aquí. Aún no es la hora acordada, Miguel lo sabe y pide un café, le agrada el sabor, así como le agradaron tantas otras cosas de las cuales no siente culpa, ni se arrepiente, lo que le hace comprender en cierta medida el don y la belleza humana.
Puntual como no podía ser de otra manera, entra, así como entró Miguel, haciéndose notar de inmediato, no por su ropa, no por sus gestos, ni siquiera por el afán propio de llamar la atención que poseen los humanos, no, sus simples presencias eran llamativas. Miguel se levantó de inmediato y abrazó al hermano, este devolvió afectuosamente el saludo y lo acompañó en la mesa.
Hablaron durante un largo tiempo, tenían mucho que decir, pero para ambos el pasado no era el tema, sino el futuro.
Miguel al día siguiente abrió un viejo baúl, lo había guardado con la esperanza de nunca abrirlo, en él había un antiguo instrumento de viento, lo tomó y salió al patio de su casa. Fuera, miró a su perro, corto el collar de su cuello, murmuro algo en su oído y lo vio salir corriendo por el portón y perderse más allá en la calle.
Rompió su camisa y de su espalda brotaron largas alas blancas. Luego miró al cielo, derramando lágrimas comenzó a tocar…
A medida que las notas se abrían paso a paso en el aire el cielo se dividía, el suelo a sus pies comenzaba a temblar y al término de su canción, el apocalipsis...
Espera, como esperan todos, que los rencores hayan quedado en el pasado, la última vez que lo vio tuvo que echarlo, literalmente echarlo de su hogar. Ahora tanto tiempo después parece cómico que se encuentren aquí. Aún no es la hora acordada, Miguel lo sabe y pide un café, le agrada el sabor, así como le agradaron tantas otras cosas de las cuales no siente culpa, ni se arrepiente, lo que le hace comprender en cierta medida el don y la belleza humana.
Puntual como no podía ser de otra manera, entra, así como entró Miguel, haciéndose notar de inmediato, no por su ropa, no por sus gestos, ni siquiera por el afán propio de llamar la atención que poseen los humanos, no, sus simples presencias eran llamativas. Miguel se levantó de inmediato y abrazó al hermano, este devolvió afectuosamente el saludo y lo acompañó en la mesa.
Hablaron durante un largo tiempo, tenían mucho que decir, pero para ambos el pasado no era el tema, sino el futuro.
Miguel al día siguiente abrió un viejo baúl, lo había guardado con la esperanza de nunca abrirlo, en él había un antiguo instrumento de viento, lo tomó y salió al patio de su casa. Fuera, miró a su perro, corto el collar de su cuello, murmuro algo en su oído y lo vio salir corriendo por el portón y perderse más allá en la calle.
Rompió su camisa y de su espalda brotaron largas alas blancas. Luego miró al cielo, derramando lágrimas comenzó a tocar…
A medida que las notas se abrían paso a paso en el aire el cielo se dividía, el suelo a sus pies comenzaba a temblar y al término de su canción, el apocalipsis...
1 comentario:
Prologo
Cuenta la leyenda que al principio dios creo a los ángeles, perfectos y eternos . Luego creo a los seres humanos dotados de vicios y libre albedrío, pero con espíritu y con la oportunidad única de la redención.
Lucifer no pudo comprender por qué dios prefería a esos seres imperfectos, por qué los amaba y les permitía vivir en su reino, no, no podía entenderlo
Pero lo peor de todo llego y por imposición de dios ahora debía adorarlos, él no lo haría, él solo adoraba a dios y aunque a él no le parezca bien, no podía actuar de otra forma.
Entonces, Lucifer lleno de ira contra los humanos decidió vengarse y hacer que los expulsen del paraíso…
Dios al ver esto echo al ángel malvado del cielo, pero no sería fácil, Lucifer formo un ejército de hermanos que lo seguían y el cielo se eclipso, por primera vez el dulce cantar de los ángeles se transformaron en trompetas de guerra, tras décadas de lucha el arcángel Miguel, líder del ejercito de dios venció y desterró hasta el último de los demonios.
Lucifer bajo a la tierra y desde entonces espera el día en que la balanza se tuerza a su favor. Ese día su ejército se reunirá más fuerte, más decidido, más implacable. Los humanos no lo saben, pero de ellos depende esta balanza. Mientras, los ángeles transitan entre nosotros, buenos y malos, como seres ordinarios observándonos. Unos esperando a que no cedamos a la tentación, los otros sonriendo, ya que hoy por hoy no necesitan hacer nada, el humano parece ya haber hecho su elección.
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