- Papá ¿dios existe?
Juan miró a Francisco su pequeño de cuatro años y le dijo que sí, que dios estaba en todo y en todos, lo abrazó y entraron a comer los scones que mamá había preparado.
Ellos eran felices, tal vez más de lo que la mayoría de las personas lo son, seria quizá la alegría de Mara la esposa de Juan o la inocencia de Francisco su hijo, vivían ajenos a los conflictos del mundo, contemplando el día a día, saliendo adelante con los problemas cotidianos sin afligirse, pensando siempre más allá, en el resultado final. Lo tenían todo, tenían amor.
Juan ha regresado después de diez años, hoy Francisco debería haber cumplido 14, mira al lado y no puede evitar llorar, le dice a Mara que lo siente que debería haber sido él. Pero no fue él. Mara y Francisco murieron. Poco tiempo después Juan perdió la casa, su trabajo, los amigos y el mismo se perdió.
Irreconocible, aquel recio hombre, hoy solo viste harapos, su larga barba y su piel curtida por el frío reflejan la vida de un ser de la calle, sin embargo, nada de esto impresiona el alma, tanto, como podría hacerlo mirar a sus ojos, no guardan rencor, solo una tristeza profunda, infinita.
Una noche, mientras buscaba algo que comer entre la basura Juan recordó que a alguien en el pasado ya le había sucedido esto, y que esta persona había permanecido firme en sus convicciones, que nunca había dejado de creer, ¿creer en qué? Juan sonríe sabe que él no ha dejado de creer, pero su creencia ahora es distinta.
Ha aprendido que dios o al menos ese dios que conoció de niño no está aquí, lejano y distante después de crear este mundo se marchó y nos dejó el libre albedrío. Sino ¿cómo podría explicarse?
Fin. Tal vez....
"Si te gusto,por favor compártelo, gracias por leer"
Juan miró a Francisco su pequeño de cuatro años y le dijo que sí, que dios estaba en todo y en todos, lo abrazó y entraron a comer los scones que mamá había preparado.
Ellos eran felices, tal vez más de lo que la mayoría de las personas lo son, seria quizá la alegría de Mara la esposa de Juan o la inocencia de Francisco su hijo, vivían ajenos a los conflictos del mundo, contemplando el día a día, saliendo adelante con los problemas cotidianos sin afligirse, pensando siempre más allá, en el resultado final. Lo tenían todo, tenían amor.
Juan ha regresado después de diez años, hoy Francisco debería haber cumplido 14, mira al lado y no puede evitar llorar, le dice a Mara que lo siente que debería haber sido él. Pero no fue él. Mara y Francisco murieron. Poco tiempo después Juan perdió la casa, su trabajo, los amigos y el mismo se perdió.
Irreconocible, aquel recio hombre, hoy solo viste harapos, su larga barba y su piel curtida por el frío reflejan la vida de un ser de la calle, sin embargo, nada de esto impresiona el alma, tanto, como podría hacerlo mirar a sus ojos, no guardan rencor, solo una tristeza profunda, infinita.
Una noche, mientras buscaba algo que comer entre la basura Juan recordó que a alguien en el pasado ya le había sucedido esto, y que esta persona había permanecido firme en sus convicciones, que nunca había dejado de creer, ¿creer en qué? Juan sonríe sabe que él no ha dejado de creer, pero su creencia ahora es distinta.
Ha aprendido que dios o al menos ese dios que conoció de niño no está aquí, lejano y distante después de crear este mundo se marchó y nos dejó el libre albedrío. Sino ¿cómo podría explicarse?
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