Mamá nos trajo historias del campo, fabulas de animales y cuentos de seres imaginarios. Nosotros crecimos escuchándola y como es lógico, nunca creímos una palabra de lo que nos decía, solo eran cuentos, después de todo, en medio de la ciudad y gracias a la televisión e internet, ya no existe espacio para la imaginación y mucho menos para las supersticiones.
Esto sucedió cuando tenía quince años aproximadamente, una mañana mi hermano me llamó al patio para ver algo que llamó su atención.
Hacía poco que los pinos habían sido talados, ahora el paisaje era amplio y veía desde mi ventana hasta la calle, cuando niños, vivíamos en una pequeña casa con techo de planchas de cartón negro, hecha de madera y en un enorme patio que cubría toda una manzana, y en la cual, solo había dos casas la nuestra y la de los dueños del terreno.
Esa mañana, a los pies de los de los pinos cortados había una especie de masa de color amarillo, expedía un fuerte olor a azufre y como un relámpago recordé algo que me había dicho mamá, corrí hasta la casa y busqué sal. Mi hermano miró azorado mi emoción, me vio cruzar cien metros en menos de diez segundos con una caja de sal en la mano, en ese momento puse a prueba el cuento y funciono. Tracé en la masa una cruz con sal y ante nuestros ojos la magia se hizo, la masa desapareció y se convirtió en sangre o algo muy parecido. No podía creerlo. Eso significaba según los cuentos que un brujo andaba cerca.
Pasó un tiempo, un año tal vez, la historia era eso, solo una historia, pero una noche algo pasó.
La ventana de nuestro dormitorio daba a una improvisada quinta que habíamos hecho en familia, para evitar la entrada de los perros, habíamos puesto un cerco con un pequeño portoncito. Era de noche y unos pasos me despertaron, no venían del suelo sino del techo y daba la sensación de que alguien corriese sobre él. Me levante apresurado y armado con una escoba de paja me dispuse a salir a ver de qué se trataba, entonces, en la quinta se escuchó un fuerte sonido como si una bolsa de papas hubiese caído desde el techo. Corrí hacia la quinta y al abrir el portón un enorme perro negro se quedó mirándome, no intentó atacarme, pero mi reacción fue golpearlo con todas mis fuerzas partiendo en dos la escoba sobre su espinazo, el perro no se quejó, salió corriendo por el portón.
Al contarle la historia a mi madre me dijo que la próxima persona que viera y que se quejase de dolor de espalda era seguramente “el brujo". Dicen que los malos espíritus solo entran en tu casa si los invitas. Desde hacía unos dos años al barrio había llegado un hombre, solo recuerdo que fumaba mucho y que al día siguiente de lo que me pasó le dolía mucho la espalda.
Un día lo invité a casa a jugar a las cartas, al llegar a la puerta no cruzó el umbral dijo que había olvida
do algo y nunca más lo vi. Ese día, sobre la entrada detrás de la puerta había puesta una tijera en forma de cruz, por si acaso, los cuentos dicen que espanta a los brujos.
Esto sucedió cuando tenía quince años aproximadamente, una mañana mi hermano me llamó al patio para ver algo que llamó su atención.

Pasó un tiempo, un año tal vez, la historia era eso, solo una historia, pero una noche algo pasó.
La ventana de nuestro dormitorio daba a una improvisada quinta que habíamos hecho en familia, para evitar la entrada de los perros, habíamos puesto un cerco con un pequeño portoncito. Era de noche y unos pasos me despertaron, no venían del suelo sino del techo y daba la sensación de que alguien corriese sobre él. Me levante apresurado y armado con una escoba de paja me dispuse a salir a ver de qué se trataba, entonces, en la quinta se escuchó un fuerte sonido como si una bolsa de papas hubiese caído desde el techo. Corrí hacia la quinta y al abrir el portón un enorme perro negro se quedó mirándome, no intentó atacarme, pero mi reacción fue golpearlo con todas mis fuerzas partiendo en dos la escoba sobre su espinazo, el perro no se quejó, salió corriendo por el portón.
Al contarle la historia a mi madre me dijo que la próxima persona que viera y que se quejase de dolor de espalda era seguramente “el brujo". Dicen que los malos espíritus solo entran en tu casa si los invitas. Desde hacía unos dos años al barrio había llegado un hombre, solo recuerdo que fumaba mucho y que al día siguiente de lo que me pasó le dolía mucho la espalda.
Un día lo invité a casa a jugar a las cartas, al llegar a la puerta no cruzó el umbral dijo que había olvida
do algo y nunca más lo vi. Ese día, sobre la entrada detrás de la puerta había puesta una tijera en forma de cruz, por si acaso, los cuentos dicen que espanta a los brujos.
Fin. Tal vez...
"Por favor compártelo y comenta, mil y un gracias por estar aquí"
https://www.facebook.com/Mirson.Alejandro/
"Por favor compártelo y comenta, mil y un gracias por estar aquí"
https://www.facebook.com/Mirson.Alejandro/
No hay comentarios:
Publicar un comentario